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¿Comer despacio puede ayudarnos a adelgazar?

El hecho de hacernos conscientes de la velocidad en que comemos es una de las primeras cosas que explicamos a nuestros pacientes cuando comienzan un plan de reeducación nutricional para perder peso. Es la base que nos llevará a establecer una nueva relación con la comida. Para perder peso es importante el “qué” comemos pero también el “cómo” lo comemos. Así que a continuación daremos algunas pautas para hacer más fácil este inicio de cambio alimentario.

Comer sentado en la mesa

No es cuestión de modales sino que estar sentados nos hace estar más atentos a lo que comemos. Si comes en la mesa y pones atención a cada bocado tendrás más opciones de darte cuenta de las señales que tu cuerpo hace cuando está saciado. Evitaremos comer en la cama, el sofá, estando de pie en la cocina o viendo la televisión porque en estos lugares se come de forma más inconsciente y mecánica con el riesgo que ello conlleva de acabar haciéndolo en exceso. Es un detalle muy importante para conseguir una correcta reeducación nutricional.

La duración de la comida

Normalmente en las primeras visitas hacemos cronometrar a los pacientes el tiempo que tardan en comer. No, no queremos que esto se transforme en una carrera, al revés, aquí gana el que más lento va. Si comes rápido seguirás con las mismas ganas de seguir comiendo, aunque no tengas hambre. Desde que inicias la comida transcurren cerca de 20 minutos hasta que nuestro cerebro procesa las señales de saciedad que envía el estómago. Lo ideal sería dedicar media hora como mínimo a cada comida.

Masticando bien y sin distracciones

Se aconseja masticar entre 15 y 20 veces cada bocado. No hace falta contarlo pero una manera para lograrlo es que entre bocado y bocado dejes los cubiertos encima de la mesa. Para no perder nuestra atención en la masticación también será importante no distraerse con el móvil, evitar leer el periódico, tener la televisión de fondo o escuchar música.

Aprender a comer despacio y de manera consciente ayuda a gestionar mejor el apetito y a saber cuando estamos saciados para poder parar y pone de manifiesto la importancia de la reeducación nutricional. La primera digestión comienza en la boca masticando, no en el estómago. Ser un aliado de nuestro cuerpo y estar pendientes de sus señales y respetarlo nos ayudará mucho en este nuevo cambio hacia una mayor salud alimentaria.