La mayoría de dietas tradicionales sean dietas milagro o no, terminan prohibiendo alimentos o grupos de alimentos. Este hecho provoca un deseo continuo para consumirlos y al final se acaba cediendo y cayendo en la tentación. Que las dietas restrictivas fracasen es normal porque van en contra de nuestra naturaleza, un exceso de control alimentario no es bueno y el riesgo de transgresión aumenta a medida que la dieta se va haciendo más restrictiva hasta que es del todo insostenible mantenerla en el tiempo. A continuación explicamos las tres razones por las cuales no prohibimos alimentos en nuestros tratamientos para adelgazar.
Cuanto mayor es la prohibición, mayor es el deseo
La manera más segura de fracasar a la hora de perder peso es la de prohibir determinados alimentos que normalmente son los más calóricos. Si los prohibimos serán cada vez más deseados. No tiene sentido hacer una lista de alimentos buenos si son pocos calóricos o malos si lo son mucho porque los clasificados como más peligrosos serán los más deseados. El efecto transgresor es directamente proporcional a la rigidez de la prohibición.
Los alimentos tienen un valor emocional
La carga emocional que despiertan muchos de los alimentos que consumimos es un hecho incuestionable. Algunos de ellos se han recibido como premio en el pasado, otros como muestras de afecto, otros nos recuerdan momentos únicos o días especiales. Los alimentos nos despiertan emociones. No tener en cuenta este aspecto a la hora de planificar un plan personalizado es un error y eliminar de golpe “alimentos emocionales” cuando estamos haciendo dietas pueden llevar a lo que se comenta en el siguiente punto.
Restringiendo aumentamos la ansiedad
Si empezamos a restringir la ingesta de alimentos también aumentaremos nuestra ansiedad y este hecho puede acabar desembocando con el tiempo en conductas extremas y atracones para calmarnos. Por otra parte las conductas compensatorias que promulgan muchas dietas para perder peso como ayunar, cenar sólo fruta, o evitar muchos alimentos sólo consiguen crear una cosa: caos y descontrol alimentario.
Si empezamos a restringir de manera poco inteligente no tendremos fuerza de voluntad para mantener los cambios en el tiempo. El objetivo de todo plan alimentario bien estructurado no es que dure un par de meses sino crear hábitos firmes de estilo de vida, actividad física y alimentación que nos sirvan toda la vida. Sólo de esta manera podremos salir virtuosos de este círculo vicioso y evitar el efecto rebote que nos ofrecen la mayoría de dietas milagro que se siguen año tras año sin ningún beneficio para nuestra salud mental ni física. Vale la pena reflexionar sobre todo esto para que la alimentación se convierta en una fuente de salud y bienestar y no en una de angustia y enfermedad.